El
sol penetra por las rendijas de la persiana. La radio ruge y vomita
veneno de crisis. No importa cambiar el díal, en todos hay un chorro
del cianuro del pesimismo. Existen emisoras de radio o cadenas de
televisión expertas en emitir discos rayados de la desesperanza, de
augurar más tozolones. Parece que se regodean en ello. ¿Dormirán
a pierna suelta por la noche los especialistas en el escarnio?
El miedo machaca, hace que las pieles se encojan y se arrugue el alma.
Lentamente,
sigilosamente, las “primas” nos hacen la puñeta y deseamos ser,
de repente, sordos y ciegos.
Saturados, cerramos los oídos y los
ojos, casi mecánicamente. Así, al menos, tratamos de preservar lo
poco que nos está quedando de cordura y el hálito de serenidad que se va difuminando.Tratamos de sobrevivir ¡ No podemos más... !
Tampoco
queremos oler. Hemos llegado al extremo de que lo hediondo de la
podredumbre de muchas ollas con chorizos corrompidos nos hace huir,
salir corriendo; pero... ¿hacia dónde? Y hay hatillos de vida que
viajan desorientados hacia el extranjero. Sin horizonte, sin
rumbo...¡Horizonte, trabajo, vida...!
Lo
último que se pierde es el pensamiento y la voz, que se encabritan
primero, retroalimentándose, recurrentes en el interior del cerebro
y escupen sonoramente parte de la ponzoña. Es la olla a presión que
suelta bufidos del vapor, porque si no lo hace revienta.
Jóvenes,
convertidos en viejos, ya expertos en el desánimo que mendigan
cotizar, llamando a muchas puertas con papeles y papeles en las
manos, timbres en forma de currículos que poco a poco se van
oxidando en los cajones o que yacen en las papeleras virtuales de los
ordenadores. Mayores, con experiencia y muchos años cotizados, con carreras fruto de estudiar y trabajar que les hicieron robar horas de
asueto para adquirir los conocimientos que, en su momento, no
pudieron y hoy están tirados como hierbas secas en los barrancos,
esperando el milagro de una gota de agua. ¡Quién va a fijarse en
alguien maduro o que le queden pocos años para la jubilación!
Agobio,
ansiedad, angustia, somatizaciones, desahucios por no poder pagar la
hipoteca, pisos pateras de abuelos que que con rentas miserables
acogen a sus hijos y nietos; gente en la calle que no tiene el
privilegio de tener a nadie que lo arrope, suicidios encubiertos y
no cubiertos, sino a plena luz... videntes estafadores y echadores de cartas, que atracan a
la desesperación de un trabajo, estafadores a secas, con el corazón
seco de sentimientos...
Ya
ni los niños juegan al darse cuenta del gesto adusto de sus padres.
Algo perciben, algo barruntan en sus pequeñas mentes. Sus padres
están crispados y sin ganas de reír por todos los tozolones que
reciben. Hay cuqueras en su sangre. Todo rezuma desánimo. Los esbarizaculos conducen hacia barrizales.
Dicen
que todo ha sido producto del despilfarro en el que hemos vivido. ¡¿Todos?!
Hay
muchos tipos de guerras, de exterminio, y estamos inmersos en una que
tiene balas de cianuro. Cada día una dosis. Apenas se siente. Se
acumula y va cobrándose sus presas.
¡Miedo,
miedo, miedo...! ¡Mierda, mierda, mierda!
Ajustes,
promesas de que así se van a crear puestos de trabajo. Otros,
mientras tanto, puestos en sus puestos privilegiados, manejan los
hilos, se tiran los trastos unos a otros....¡que lo que no se hizo,
que lo que no se está haciendo y se prometió...!
¡El
día que un político lo sea ganando solo el salario mínimo, dando
el callo como cualquier obrero, sin coches oficiales ni disfrazado de
sport para disimular, ese día...ese día será creíble! Mientras
tanto...
El
pensamiento positivo me puede engañar, pero no deseo ser agorera, ni quiero que haya generaciones perdidas, ni mayores que no tengan
ganas de bailar y disfrutar de una tranquilidad merecida. Me gustaría que,
mañana, para muchas personas, aunque el cielo esté nublado, siga colándose
la luz por las persianas. Les haga abrir los ojos, sintiendo vida en
su interior.
También, y hay que gritarlo bien alto, existen manos solidarias, que apoyan de manera anónima y socorren el ánimo y el bolsillo, aunque ellos se lo quiten de su precario salario. No es caridad, es solidaridad.
Por eso...tiene que amainar el temporal. El gallo, con su quiquirí anunciará el amanecer.
¡¿VAMOS
A DEJAR QUE NOS ANIQUILEN NUESTRA DIGNIDAD?! ¡NO!
¡A
los tóxicos, que los zurzan!
G.M.G.