Autora

Soy autora de todo lo escrito en este blog.
Ruego, por favor, respeto.
Derechos reservados.
Muchas gracias.
Gloria Mateo Grima





domingo, 22 de abril de 2012

¡Fíjate!, ahora mismo, el sol nos puede hacer un guiño.







  
Ni una letra se atreve a juntarse con otra
y el silencio, en el aire, no trae más historias a mi mente
como otras veces.

Perdóname, teclado: estás vacío...,
 mis dedos se deslizan sin sentido.

.
........


Aunque tu habitación desaparezca y todo ya no sea...
 ¡¿qué más da?!
Son solo cosas las que se evaporan,
las que cambian de sitio.
¡Cosas, sólo son cosas...!
¡No tienen importancia!
¡No merecen suspiros!
Los cuentos que en ella te inventaba,
 cuando eras un chiquillo
 quedarán
dentro de tus recuerdos y en los míos.



Tu ternura y tu fuerza, al otro lado del teléfono,
me han devuelto otra vez el brío,
abierto la esperanza y sonrío.


¿Sabes...? Quizá la poesía no te guste,
pero es algo de mí que se me escapa,
y brota como el río.




¡Tantas veces he de darte las gracias…!
¡Son tantas..., hijo mío!


¡Fíjate!: ahora mismo, el sol nos puede hacer un guiño.


G.M.G.

sábado, 21 de abril de 2012

"Ulises"





Quizá nunca sepas que hoy te has asomado a mi mente y he sentido tristeza y coraje al recordarte.

Tu alto coeficiente intelectual no te ha sabido defender de esa otra inteligencia emocional, traicionera, que atenaza de vez en cuando y suele dejar huérfanos y a la deriva a los más pintados.

Sabías bien que te estabas engañando cuando decías que “esa puñetera” te ayudaba a estudiar. No era una mentira piadosa la que te dirigías a ti mismo, sino traicionera: lanzabas mensajes de justificación en voz alta, como dándote la venia para seguir con tu particular relación. Sabías muy bien, repito,  que los trazos de memoria que te quedaban, después de tus actos amatorios diarios,duraban lo mismo que un estornudo.

Seguramente andarás por caminos de sabe Dios dónde, serpenteando cunetas, llenando vacíos y sin una meta determinada. Y lo peor de todo, lo que más rabia me da “bandidazo” es que eres consciente de que bordeas el precipicio. 
Te has enamorado de tal manera, te gusta tanto “esa puñetera”, que otros amores, y el más importante es el que tienes que tenerte a ti mismo, amén de otro que sé muy bien, te importan un carajo. ¡Y no me contradigas: no tienes argumentos!

No, no creo que algún día leas esto. Además, aunque lo hicieras, si tuviéramos la oportunidad de una conversación -que no es probable-, te limitarías a darme las gracias respetuosamente y a sonreír, como es tu estilo.

La hamaca que aparentemente suaviza tus vacíos y en la que te pierdes en prácticas amatorias, quizá un día no te avisará y se vengará de ti;  sin embargo, eres consciente de que le estás echando un pulso a la vida... 

“Ulises”, tienes derecho a tu libertad de elección, pero… ¿te sientes realmente libre? Sabes bien que no.

No me da la gana de que un tipo tan inteligente como tú siga en los brazos de la guadaña. 

¡Tenía necesidad de decírtelo!


G.M.G.







martes, 17 de abril de 2012

No quiero






No quiero
vivir entre las noches de corolas cerradas
al clamor de la luna,
ni convertirme en puente de ríos hambrientos
de tierras yermas.

No seré nunca cuna
donde se mezan tus miserias.




G.M.G.

domingo, 15 de abril de 2012

Casos no vistos para sentencia (Relato corto)



El abogado Castillo se despojó de su toga con gesto de alivio. El sudor le resbalaba por la frente. Hacía calor; la mañana había sido intensa; se había empleado a fondo en la defensa de su cliente, acusado de abusar sexualmente de una niña. El caso era muy complicado. Incluso al juez, seguramente, le iba a resultar difícil dictar  el veredicto.

Castillo tenía fama de lidiar casos difíciles, consiguiendo, dentro de lo estipulado por ley, las condenas más benévolas para los delincuentes que solicitaban que los defendiera. Era un hombre de mirada serena, íntegro, serio y respetado tanto en el entorno legal como en el social y familiar, ya que se mostraba como un buen marido y mejor padre de dos niñas de 7 y 9 años.

Los sábados, mientras su esposa se dedicaba a ir al mercado para aprovisionar la despensa de la casa con viandas destinadas al consumo del resto de la semana, él se marchaba al  parque de la urbanización en la que vivían a disfrutar de una mañana de juegos y asueto con sus dos hijas. Era lo que se podía denominar “un padrazo”. 

Jugaba con ellas, les compraba chucherías y compartía sus confidencias y  sueños que, a borbotones y pisándose al hablar una a la otra, le contaban. Igualmente se sentía especialmente bien conversando con otros padres y abuelos que también llevaban a sus hijos allí, ya veteranos conocidos del parque por asiduos y coincidentes.

De vez en cuando, en medio de las más o menos historias triviales  que surgían entre los adultos,  levantaba la vista y parecía que se ausentaba por unos momentos del lugar. Pero no se alejaba muchos metros. Sabía bien lo que estaba haciendo.

-¡Han agredido sexualmente a otro niño de la urbanización! Yo lo conocía. Tenía unos 10 años y jugaba con el balón con otros críos. ¡Van tres ya en poco tiempo: dos niños y una niña! ¡Al final no vamos a poder salir de casa...!
Así se expresaba un abuelo que también acompañaba a sus nietos los fines de semana al parquecillo, punto de encuentro de la mayoría de la gente menuda de los alrededores.

El lunes siguiente a dicha agresión, el Sr. Castillo se atusó con esmero el cabello, dirigió complacido una última mirada al espejo que le devolvió la imagen de seriedad y respeto que era preciso mostrar. Impecable, limpio y sobriamente vestido, se dio el visto bueno para ir, como de costumbre, al juzgado a enfrentarse con un nuevo caso que volvería a defender con ahínco y destreza. No cabía ninguna duda: era un brillante abogado.

En un cajón del altillo del armario del vestidor de la casa familiar, cuya llave guardaba en el interior de una pequeña cajita de plástico rojo, introducida a su vez dentro de otra más grande de cartón que contenía unos zapatos viejos, ya en desuso, dormitaba un ordenador portátil muy pequeñito que solo utilizaba él, cuando sabía que nadie le iba a importunar. En una de sus carpetas, camuflada bajo el nombre de “Casos por resolver”, se escondían montones de vídeos de niños y niñas de grandes ojos tristes y caras que no evidenciaban estar sintiendo ningún placer. Desnudos totalmente,  habían sido obligados a realizar conductas sexuales con alguien que se regodeaba grabándolas para luego contemplarlas repetidas veces. Esta vez no daba la sensación de ser un hombre serio y recto, de mirada serena. Era un monstruo que había permanecido encerrado en el Castillo durante muchas horas de cada día y que, maléfico y oscuro, mostraba la podredumbre que albergaba realmente en su interior.

De momento, estos casos seguirían siendo, “No vistos para sentencia”. 



G.M.G.




( Nota de la autora: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

domingo, 1 de abril de 2012

¿Qué serás...?





¿Serás acaso como el humo,
cuando desaparece, difuminado,  al aire
o, tal vez, el destello del gusano de seda,
inventor de ilusiones
en las mentes ansiosas de lunas llenas.?

¿Qué serás...? ¡Si no eres presente ni futuro,
porque el tiempo invade al amor
y lo vuelve murmullo!

¿Serás...seremos...
dos pasiones inventoras de líneas paralelas?



G.M.G.