Huele a humedad el aire, 
la lluvia canta,
y estamos en silencio, dentro del coche,
 escuchando el concierto, mientras me abrazas.
Tus manos se deslizan por mi geografía
lentamente, sin prisas; 
 afuera...
  se pelean los truenos con voces altas.
Bebo de ti,
y como esa hierba que absorbe miles de gotas,
sacio la sed,
de este desierto yermo que se apagaba.
Más tarde, cuando escampe,
los caracoles abrirán nuevos caminos.
¡Le diré a un caracol que trace el mío!
Gloria Mateo Grima


