Camino muy ligera por el campo,
pero me gana el tiempo
que vuela como un pájaro, sin pesos,
y yo arrastro mis zapatos.
Me rozo con los dientes de león,
altivos y sencillos
que se beben todo el zumo del sol,
desayunando brío.
Sonrío a madreselvas que me hablan;
yo detengo mis pasos y respiro
para charlar con ellas un ratillo.
Suenan las campanillas a mis pies,
llamando a la alegría;
Vive, que aún puedes disfrutar, -me dicen-,
reflejando en mis ojos sus pétalos blancos,
el ahora, en segundos, será ayer.
¡Cámbiate de zapatos!
Tendré que hacerles caso.
Glory Mateo G.
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