Autora

Soy autora de todo lo escrito en este blog.
Ruego, por favor, respeto.
Derechos reservados.
Muchas gracias.
Gloria Mateo Grima





jueves, 21 de enero de 2016

¡Hola vida!, aún te tengo.






Luché por tener vida, -dicen- desde un ribazo;
mis manos pequeñitas se agarraban al Cierzo,
a la luz, al color, al amor y al crecimiento.

Saboreé los juegos, la escuela y los abuelos,
el tren y mi columpio, las cerezas, los sueños...
Buscaba hacer acopio, terminaba lo bueno:
se acabó la casilla, el tren con sus viajeros,
las fresas en el huerto, las brevas y los cuentos:
uniforme de luto, cuellos rígidos, suelos,
manos llenas de grietas de fregar los lamentos
de almidonadas tocas que, a veces,
no eran palomas blancas, sino cuervos siniestros,
rosarios misteriosos,
osarios de sentimientos secos;
quizá ríos ahogados por la asfixia de aquel tiempo.

Leche en polvo en los sacos
y yo...
robándola a puñados para acallar los gritos
de mi estómago hambriento.
Encaje de bolillos, seda para silencios,
bastidores de rabia,
limpieza de cristales,
cristal era mi cuerpo.
¡Pocos libros, entonces, me dieron alimento!


Luego, un indeseable, con ojos de desprecio
y oscuros sus adentros,
hizo cambiar mi rumbo a vientos más violentos:
platos de arroz con leche estampados al techo,
gritos, llantos de miedo, indefensión, tormento.



Pero seguí luchando, abiertos bien los ojos,
estudiando en las noches,
con la luz del petróleo de una estufa, en silencio,
arañando al socaire alientos de tesoros
en la cultura inmersos.
Trabajé al unisono. Tuve algún jefe abyecto,
mantel en mesa rica que olvidó a los obreros.

¡Hay que ganar dinero!,
se me ordenó a los quince
 en lo que era la casa de Pedro Botero.



   Salí de aquel infierno y en un amor de cuentos
se hizo visible el cielo;
 fue solo un espejismo del anhelo de besos,
de cariño, de afecto.
Las palabras hermosas se callaron,
 volviéndose veneno.
Y seguí con mi empeño de más conocimientos:
devoré libros, acallé tormentos.
Bebí de la ternura del único consuelo
que aún me sostenía con su frágil cimiento:
"¡no

 te "ocupes", mamá!,
"¡"tanquílate" y no llores, que yo te quiero!";
su media lengua: vida,
su sufrimiento: duelo.




Me duele la memoria,
me escuecen las ampollas del paso de los tiempos,
y mi última ilusión, en la que confiaba,
se fue a sus aposentos en el bosque encantado
por duendes lisonjeros.



Miro fotos, sonrío.
Me quedo con lo bueno:
¡hola vida!, aún te tengo.


Gloria Mateo

















































































.