La Manuela saluda al sol
cuando el campo se desentumece
del abrazo de la escarcha.
Quita una hoja mustia, como su piel,
del rosal dormido,
y deja que la engulla la corriente
del agua de la acequia.
Su delantal de peto
oculta secretos
que nadie ha de descubrir.
Macetas...
Campo...
Sol...
¿Vida?...
Hoy se pone a cantar;
algo no marcha bien,
porque su canto es pena.
Y en el pueblo,
dicen que es "rara" la Manuela,
pero yo sé que es falso.
Macetas...
Campo...
Sombra...
¡Solo quietud!
Y en la casa de las ventanas de colores
un delantal llora.
Gloria Mateo Grima