Autora

Soy autora de todo lo escrito en este blog.
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Gloria Mateo Grima





lunes, 28 de julio de 2014

Noventa y cuatro soles




Menuda; va delante de mí caminando y, de vez en cuando, se para; apoya las dos manos en un bastón y mira hacia atrás astutamente. Descansa, -pienso- pero no quiere que la gente se dé cuenta. 
Yo ando buscando hacer alguna foto con el móvil de algo interesante que me guste: arbustos, árboles, pájaros... (reconozco que no soy buena fotógrafa). Estoy casi a su altura; se me queda mirando: “¿A qué les hace fotos?”, -exclama-. Su voz es enérgica; la mirada escrutadora; se protege la cabeza del sol con un pañuelo blanco, sujeto con cuatro nudos, como antaño; viste de negro y lleva zapatos cómodos. A algunos aspectos del  paisaje, -contesto-, y aprovecho para preguntarle, mientras le sonrío: ¿todos los días sale a caminar? Sí, -dice con ojillos de pilluela; antes iba con dos amigas más, pero ahora deben estar de vacaciones: hace tiempo que no las veo;  con ellas no puedo hablar: enseguida se cansan de andar y se van. Claro, -comento- es que si se anda y se habla nos cansamos más.
¡Son viejas y yo también!, -dice. ¡Venga, no se haga la anciana!, -le digo picándola un poquito. ¿A qué no sabe cuántos años tengo? -añade. No; dígamelo usted. Pues 94. La  cabecica la tengo bien, el oído regular, pero mis piernas...¿sabe...?, mi madre me decía que para el comer, el rascar y el andar, solo hay que empezar. ¡Eso es! ¡Muy bien! ¡Así que a salir un poquito todas las mañanas a poner el motor en marcha!, -exclamo, animándola, aunque no necesita de ningún estímulo. ¡Uy!, no sabe cuánto he andado en esta vida!, replica: me iba al Pilar a misa a hacer la vela desde mi casa, que estaba lejos, todos los días; así durante veinte años. Pero las mujeres éramos fuertes, mucho más que los hombres: trabajábamos en el campo y luego en las tareas del hogar; mucho más que ellos, ¡que se lo digo yo! Ahora, -continúa- cuando escucho a la gente decir que está cansada, me pregunto cómo estarían si les hubiera tocado vivir en mi época, en la guerra; había hambre, mucha hambre ¡Que no, que antes teníamos más agallas!¡No nos quedaba otro remedio! 
Soy de un pueblo de Soria -continúa-. ¿A qué no sabe la leyenda del lagarto de Berlanga?, pero ya le he dicho que yo soy de otro pueblo, ¡eh!, -recalca. Cuéntemela usted, -respondo. Pues mire: un fraile trajo del otro lado del charco un lagarto que se hizo muy grande; se escondía muy bien y siempre estaba al acecho de ver si había algún entierro; cuando ocurría, al otro día, la tumba del difunto aparecía escarbada: el lagarto se había metido en el ataúd y había hecho de las suyas. ¡se puso muy gordo!
Le pongo cara de asco, mientras me lo cuenta, y me coge el brazo diciéndome: ¡que sí, que fue verdad!, y vivió hasta que un día, como no lo podían encontrar, porque era muy listo y no se dejaba ver, le dieron la libertad a un preso a cambio de que lo encontrara y lo matara; lo mató. Ahora está colgado en una pared, para que lo vea todo el mundo; lo llenaron de paja por dentro; ya sabe...en aquellos tiempos no había los adelantos de ahora. 
Vuelvo a sonreír. Caminamos un tramo juntas. Esta mujer tiene más energía que yo... Sigue hablando de Berlanga; me dice que el primer alcalde de allí fue El Cid Campeador. Sabe mucho de la historia de Soria. Me pregunta por mi vida; le doy algún detalle. Ella me dice que siempre hay que pensar en lo bueno y nunca en lo malo. Ese es mi secreto -susurra-, volviéndome a tocar el brazo.
Cuando llegamos a un desvío del tercer cinturón, me vuelve a tocar el brazo y dice: ¡hala, ya te puedes ir! Suelto una carcajada: ¡me acaba de dar una orden!
Sigo mi camino hacia el otro lado del Ebro, mientras ella se aleja por un desvío, imagino, hacia su casa. 
Siento que ha merecido la pena encontrar a esta mujer que todavía lleva el bastón de mando en la mano; no solo para apoyarse, que también, sino para dar órdenes, como acaba de hacerlo conmigo.

Le he hecho algunas fotos  con su permiso y se las he enseñado pero, por respeto, solo muestro la que está de espaldas.
La voy a llamar, Ana, aunque me ha confesado su nombre muy bajito, añadiendo que era muy feo. 
¡No, señora!, usted, aunque se equivocaran al bautizarla y le pusieran el nombre de un santo varón al que le añadieron una "a" para hacerlo femenino, usted es más guapa que esos noventa y cuatro soles que tiene en su haber, porque son soles. ¡Mucho más! Y lo mejor es que me ha confesado que sigue teniendo unas enormes ganas de vivir. 
¡Un hurra y hurra por ella!
Sinceramente, gracias, Ana, por ese delicioso rato que me ha hecho pasar. Espero, algún otro día, volverla a encontrar. Ya le he dicho que la vigilaré.

Gloria Mateo Grima



Si alguien quiere saber algo sobre la leyenda del lagarto, puede pinchar en: 
http://www.elnortedecastilla.es/pg060303/prensa/noticias/Vida/200603/03/VAL-VID-210.html
En uno de los apartados, la encontrará.


martes, 22 de julio de 2014

Amparanoia "La vida te da"




¡Más alegría!


Gloria Mateo Grima

Amparanoia - Que Te Den



¡Vamos a bailar un poquito!

Gloria Mateo Grima

lunes, 21 de julio de 2014

Exterminio




Ha llegado también el exterminio
a esos pequeños templos que almacenan tesoros.
Debajo de las piedras,
han crecido dragones de fuego
y por todos lados surgen rayos de muerte.


La inocencia mancillada por odio.
El calor del color de un juguete
reemplazado por el destruyetodo,
regalo de mentes adultas.
El mañana del abecedario,
mudo,
tras un sonido cruel.

¡¿Qué será de nosotros si,
 por venganza,
 estamos destrozando el amanecer ?!


Gloria Mateo Grima

domingo, 20 de julio de 2014

Y después...





Y después,
disfrazados de jueves lardero,
uniremos caricias,
y volaremos por acequias tentadoras
convertidos en caballitos del diablo
para vivir el aire
que respiran los patos,
dejándonos llevar.


Gloria Mateo Grima

Cristina


(Foto hecha por Cristina, en su casa)



-¿Puedes venir a mi casa a dormir esta noche?
La que así me hablaba por teléfono era una amiga. De  estado civil, viuda repetida, de estado emocional, nostálgica y esperanzada en que algún hombre, algún día no muy lejano, de nuevo, volvería a colmarla de abrazos sinceros, sin engaños.

Nunca habló de su segundo matrimonio: solo existió grabado en su interior el primero. Era viuda una vez. Adoración al que fue su marido. Sueños vividos, sueños rotos: infarto traicionero que primero dio una oportunidad y luego fue certero. Nada por hacer. Soledad, abismo. No tuvieron hijos. ¿Se necesita que se hagan visibles? 
-Tuvimos tantos en nuestra imaginación -decía. 

Los vientos la zarandearon, le hicieron doblar la cabeza hacia el suelo; no había más, el horizonte se hizo invisible: no existía. La desolación, el duelo no superado, el "no eres vieja y volverás a encontrar"...palabras, palabras y palabras de la gente, que ella apenas escuchaba..

Depresión no diagnosticada a tiempo por algunos tópicos que aún arrastran determinados psiquiatras relacionados con la apariencia física. Tratamiento. Posible remonte de dolor...

Hubo un momento en el que en su mejoría tuvo una alucinación ficticia: encontró a otro hombre. Bailaron al son del dinero que le dejó el primero y en el salón de baile se fraguó una boda: pura farsa, ya que aunque figurara en los papeles, nunca existió para ella. 
El tiempo estuvo a su favor: otro infarto, durante una copiosa cena, la liberó del yugo de alguien que le daba asco: "no puedo dejar que me vea la cara en la cama. Mientras él me toca, yo lloro... Fue una gran equivocación".

Lo borró del mapa de su pensamiento.

- ¡Por favor, ven, no me dejes sola esta noche, estoy mal! -repitió con evidente angustia en la voz.

Fui, me acosté en la habitación que me había asignado y ella se metió en la suya. Al día siguiente, al alba, me levanté procurando no hacer ruido y me fui a trabajar. No hacía falta más. El saber de la presencia de otro ser humano en la casa con flores frescas en un jarrón (casi siempre claveles blancos) y llena de muebles, pero vacía de latidos, la tranquilizaba.

Su llamada se repitió solo un par de veces más. Acudí. 

Pasaron meses. No éramos amigas de salir con asiduidad. Llevábamos rumbos distintos, solo unidos de vez en cuando por el teléfono. Así sabíamos la una de la otra, nada más. 


Luis, un amigo de ambas, que solía salir a cenar con ella y otro grupo de féminas, me llamó para felicitarme las navidades. 
-¿Y Cristina, qué sabes de ella? -pregunté. 
- Pero...¿no te has enterado?  -contestó.
-¿De qué? 
- Cristineta (así la llamaba él), falleció hace tres meses. Se quitó la vida, -dijo.

La sangré se me heló. No podía imaginar lo que me decía. No quería ¿Por qué no me había llamado como en otras ocasiones en uno de sus malos momentos? ¿por qué dejé pasar el tiempo pensado que todo le iría mejor?

Pregunté a Luis si fue con las pastillas que tomaba para dormir, pero su contestación me hizo ver cómo la desesperación puede hacer que cometamos las locuras más absurdas: las dos cajas de pastillas que tenía en la mesita de noche estaban sin tocar. Un vaso, lleno de un líquido corrosivo, del que no voy a decir el nombre, fue el último que se llevó a la boca. Le dio tiempo a salir al rellano a pedir ayuda a la vecina. UCI móvil, sedación, un "¡quiero vivir, quiero vivir, he cometido una tontería!" apenas perceptible fueron sus últimos momentos conscientes. Falleció a los dos días abrasada por las quemaduras internas. El coma que le indujeron, probablemente, le hizo el tránsito más llevadero. No lo sé. Sí sé que, después de ese momento ciego, quería seguir viviendo. 


Me dolió que nadie me dijera nada: "los amigos nos hemos enterado más tarde"  -comentaron. "Solo avisaron a sus familiares cercanos".

Nunca he querido hablar de esto. No me gusta que el blog tenga notas de tristeza. Hoy lo hago, quizá lanzando una llamada al universo para intentar comunicarme con ella: ahí donde te encuentres, en cada hoja de un árbol, en una planta, en cada pino piñonero (a ella le gustaban e íbamos al parque a coger piñones), en definitiva, donde estés, por favor, sigue siendo la protagonista de la canción de Sabina que tanto te gustaba: "Y nos dieron las dos..."




Nunca supe el porqué de cómo te quedabas absorta escuchándola. Ese es otro de los secretos que te has llevado. Detrás de la dulzura de tu voz, había demasiadas llagas...

Ya ves...por aquí seguimos, intentando que otras personas no hagan lo que tú hiciste; escuchando problemas, enjugando lágrimas y, por qué no decirlo, también secándonoslas cuando los ojos se empeñan en gritar las penas,  porque, sabes, lo sabes bien, Cristina: la vida es hermosa, a pesar de todo y merece la pena vivirla. Tú lo dijiste. Para mí, sigues viva.






Gloria Mateo Grima


























jueves, 17 de julio de 2014

Vanessa Paradis - Tandem (Live)






Gloria Mateo Grima

Pasodoble





Gloria Mateo Grima

© El Amor Brujo - Manuel de Falla - DRSO - Rafael Frühbeck de Burgos




Gloria Mateo Grima

sábado, 12 de julio de 2014

Gallifantes- (Del concurso "Juego de niños")



¿Alguien recuerda el concurso "Juego de niños"? Pues estos son los gallifantes del mismo. 
Quedé ganadora, compitiendo con un profesor canario.
Los niños eran increíblemente imaginativos.






Tengo un magnífico recuerdo. Miquel Obiols fue el creador de la idea de los gallifantes, mitad gallo y mitad elefante.
Realmente me divertí y tuve un trato exquisito.

Lástima que grabé el programa y, al llevarlo a un centro para que me lo pasaran a otro formato, lo extraviaron.



Gloria Mateo Grima


paKemas | QUE PAREN ESTE MUNDO




¡Siempre hay esperanza!

Gloria Mateo Grima




miércoles, 2 de julio de 2014

Hiel en la piel



El azar es caprichoso: te sorprende, te inunda; de repente aparece sonriente, envolvedor y otras veces te pega zarpazos demoledores que casi hacen de ti polvo antes de que haya llegado la hora de que realmente lo seas. Pero si se muestra tal cual, sabes a qué atenerte: sueñas, disfrutas o buscas una buena dosis de fuerza, aunque no la tengas, y te enfrentas a la adversidad con la energía con la que cuentes en ese momento .
La vida es imprevisible. Todos sabemos de su dificultad.

Lo malo ocurre cuando en tu camino aparece alguien que muestra su mejor cara, esa envolvente y seductora. Esto hace que sientas que puedes confiarte sin miedo a ninguna traición. Estas pasándolo mal. Y te abres y le cuentas hasta tus entretelas. 
No importa, me entiende, sé que está ahí cuando es necesario -piensas-.  ¡Todavía quedan buenas personas!
Incluso, de una manera absurda, crees que estás bajo un manto protector que ha aparecido por casualidad. Es un amiga o un amigo para ti. Su ayuda no es irreal, está ahí, es efectiva, tangible y, en ocasiones, hasta moviliza a alguien para que colabore. ¡Cuánto agradeces a la providencia lo que está haciendo para que tu recorrido sea más fácil! Sientes que quien se ha cruzado contigo te quita obstáculos, que tiene una varita mágica para ello. 

¡Es agradable haber encontrado a alguien así! 

El tiempo transcurre. Se suceden las estaciones, los días, los pequeños detalles  y notas algo. No sabes qué. Es una sensación rara, una voz interior que te inquieta. Y, haciendo una instrospección, te bajas de las nubes y te dices que eres tú realmente quien tiene que coger las riendas de tu vida, que no existen, salvo esporádicamente,  los protectores; que pueden echarte un capote puntualmente, pero que no es conveniente ni sano el que deposites tu barco en sus manos. Las dependencias no son buenas y sí adictivas.

¡Ay, sin embargo, en esa ocasión, ya sabe demasiado de ti! ¿Y tú de esa persona? De vez en cuando ha ido soltando algunos retazos de su existencia; pero solo de vez en cuando. No cabe duda de que se siente más poderoso o poderosa que tú, que casi te has desnudado de tus problemas ante su aparente comprensión. Él o ella, no. No ha hecho lo mismo contigo. Se controla, sabe hasta dónde tiene que decir. No arriesga. Marca una línea que no traspasa. Y lo notas. 

Como el que estés pasando por malas situaciones no implica que seas imbécil, vas observando su interacción contigo; pero no solo eso: vas conociendo su postura ante hechos que ocurren en la vida diaria. Y de repente, sientes que tiene las vísceras en pie de guerra; que tiende siempre a la crítica. Que bebe de las alcantarillas,  de los trapos sucios del entorno y los saca a la palestra. La hiel le hierve, es su propia piel. No puede vivir sin la dosis de vomitar diariamente el veneno de lo que no le encaja. 
De vez en cuando, hace exaltación de la amistad, pero luego cuenta de la misma las miserias más íntimas e inconfesables o, que al menos, a los demás no nos importan. Y tú, por unos momentos, has sentido que habías distorsionado en tu juicio de valor...¡Qué ingenuidad!
Vuelves a reflexionar: ¡cuando las barbas de tu vecino veas pelar...! 

Llega un momento en el que ese alguien, que te ha parecido tan buena gente, sientes que ha hecho contigo una faena de aliño, al más estilo torero: de poderío: te ha tanteado, te ha exprimido, se ha nutrido de tu historia envolviéndote en su bondad. Ya tiene en su haber más savia externa incorporada. Es experto o experta en acercar o alejar a las personas a su discreción. Decide cuándo ya no tiene nada más que le puedan aportar y las manda al desolladero con una certera estocada. Sin embargo, es lo que cree; tú ya te has percatado de su querencia: la manipulación.

Su piel era solamente hiel. Lo has notado. Has tardado, pero lo has hecho.

Es una forma que tienen algunos o algunas de actuar en la vida. A mí no me gusta ese espectáculo, pero entiendo que haya diferentes gafas. ¡¿Quizá algunas arreglen el mundo?!

No busco la crítica a la hora de verter estas palabras.Solo expongo unos hechos. No soy nadie para juzgar. Yo no suelo revolcarme entre la basura, buscando en los detritos de nadie. No los quiero. No es mi estilo. Mi piel se merece que contemple también todo lo agradable que hay a mi alrededor, incluidas las virtudes de las personas. Pero ya siendo prudente. Se escarmienta. 

Escribir con hiel me sería  más fácil que hacerlo buscando un momento en el que cierto equilibrio esté instaurado en mi interior. Si no todo, por lo menos algo. Me gusta ver la gama de colores, no solo lo blanco y lo negro. 
No crean que quiero hacer alarde de perfección: tengo muchos defectos que pulir.

Eso sí, sé que el morbo despierta pasiones y que las alcantarillas son más fructíferas que cualquier parque de la superficie. Da igual. No me voy a meter en ellas.

Trataré de seleccionar mis amistades. No quiero hiel en mi piel.


Gloria Mateo Grima