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Gloria Mateo Grima





viernes, 3 de diciembre de 2010

Miedo


Atenaza las entrañas. Desde hace bastante tiempo se ha convertido en su mayor enemigo y trata por todos los medios de guardar la cordura ante su presencia; pero en ocasiones es inútil: su fuerza cae como una maza de hierro y le duele toda su integridad. No puede quejarse, si lo hace, los demás, enseguida se pueden apartar de su lado: no se soportan las energías negativas, porque en definitiva, todo se contagia y…por si acaso… Además…el resto de los ciudadanos lleva en su mayoría en el rostro el signo que denota en muchas ocasiones más de lo mismo. Hay muy pocas sonrisas. Por otro lado, en su intimidad tampoco hay interlocutores, así que el escuchar su propia voz retroalimentando la situación la hace todavía mucho más evidente. Sólo queda el silencio bullicioso de sus propios pensamientos y el dolor. Hay silencios que matan lentamente, deshumanizan y, en ocasiones, también, sin que nadie se dé cuenta, van inyectando montones de partículas de anestesia que permita amortiguar el dolor. Es como un mecanismo de autodefensa que el organismo despliega para preservar la ya mermada energía que queda. Estás vivo o viva, pero no sientes la vitalidad del mundo que sigue su curso pintado de muchos colores, como es la propia vida. Sin embargo, en este caso, no percibe nada más que los oscuros. “No hay salida” , le repiquetea el subconsciente. “Ya son muchos años así y el espejo no te cuenta mentiras, se muestra tal cual, implacable.”


Afuera, la hiena, desde su guarida, lanza su carcajada disfrazada, mientras se relame por los futuros festines que se van a ir acumulando en su despensa. No tiene que salir a cazar, se los ponen prácticamente en la boca sin ningún esfuerzo. De vez en cuando, alguna lágrima asomada a la ventana de los medios de comunicación, anuncia otra posible presa y se relame de gusto por ello.

Psicológicamente, se le puede aconsejar que saque los aspectos positivos de de cada situación, porque siempre existen pero… ¿qué se puede hacer cuando ni siquiera  los atisba? Es como cuando a alguien que está deprimido se le dice; “Anímate, sal a la calle”. ¡Qué más quisiera, en las tinieblas de esa tristeza que animarse! No puede, la emoción es superior y ha traspasado ya todas las barreras de las razones.

“Clamé al cielo y no me oyó…”, grita su cerebro. Los más caritativos le dicen: “Dios escribe derecho con renglones torcidos”. ¡¿Dios?! ¡¿Dónde está Dios en los momentos difíciles?! Porque el que percibe una situación como mala, así la siente, así la experimenta y la señora “razón” no se cuela por ninguna rendija de su existencia, ya que está blindada por la desazón.

La radio, la prensa y la televisión, infectados de tertulianos, critican, cosen,  descosen, bordan y hacen encajes de bolillos, pero lo que primero llenan y cierran herméticamente es su bolsillo. La mayoría de los participantes de estos circos están compuestos por maestros de ceremonias que observan, vestidos el traje  de gala, desde una posición casi siempre acomodada,  cómo pueden llevar a cabo su función los tramoyistas y equilibristas situados en la cuerda cada día más floja.
La oscuridad, hoy, le parece más infinita. Las medidas tomadas por las altas instancias van a quitar el acceso a un mendrugo de pan a los que no tenían nada más que eso que llevarse a la boca. Cuatro de cada 10 familias en España tiene a todos sus componentes en el paro y muchos ni tienen ni siquiera el “colchón familiar” que les pueda ayudar, unos porque no tienen familia y otros porque, si la tienen, no van a poder subsistir con sus pensiones. Sólo los que tienen dinero, sólo ésos, van a poder seguir adelante. Los demás...¡que se zurzan si es que les queda una hebra de hilo! Los cuatrocientos y pico euros se han acabado. ¡El vacío, sólo el vacío y sin red...!

La Fe la ha perdido, la Esperanza se le ha declarado en huelga y la Caridad...sólo le queda alguna limosna en el esbozo de un sueño.

Por eso se incrementa su ansiedad y llegada al sumun puede convertirse en angustia. Lar zarpas que tanto teme están llamando a su puerta. Tal vez, esta misma noche, tal vez antes de que el sol se ponga se presente la tan temida sensación: EL MIEDO.



                                                                    G.M.G.