Cuando
queda el vacío entre pecho y espalda
y
la autoestima llora lágrimas casi blancas
porque
el trabajo huye cada día que pasa
y
son mañanas muertas y tardes oxidadas
y
son esfuerzos vanos, tirados en cloacas
y son sueños baldíos,
y son...
y son... la nada
Cuando
las madrugadas quieres que no aparezcan
porque
es mejor dormir sin sentir, que sentir la guadaña
que
te ha segado cruel, partiéndote las alas
sin
que haya escayolas que suelden las entrañas
esparcidas sin rumbo por calles enredadas
buscando lamparillas,
aunque...
aunque
estén apagadas.
Cuando
el olor hediondo de gente corrompida
que
como garrapatas chupan sangre estancada
de
tu cuerpo maltrecho, desnudo, en la estacada,
con
ya casi sin fuerzas y con mucho de calma,
respirando
muy poco, muy poco o casi nada,
suplicas y reclamas
un
sitio....
un
sitio en la calzada.
Cuando todo eso ocurre....
De
repente, deliras con algo de esperanza
y
no te queda más que decir: no me rindo
pero....
pero cuánto me está doliendo el alma.
Gloria Mateo Grima