que asoma a la superficie,
sin contaminación barroca que enturbie de barro mis entrañas,
porque la sencillez y la humildad son la cuna de la mejor belleza,
donde no hay obsesiones por alcanzar la perfección
a costa de palabras.
Quiero ser la sonrisa de la brisa
en las tardes tórridas del verano
y piel sobre otra piel,
cuando llegue el invierno y haga daño.
Quiero ser como el gorrión que, a saltitos,
curiosea a su alrededor, con un pequeño grano de comida en el pico
sin apenas dejar constancia de su presencia.
Me conformo con eso.
Así es como quiero vivir.
G.M.G.