La
acompasaron los claros y las sombras,
de
su paisaje urbano.
La
envolvieron las voces estridentes
de
borracheras de juventud
y
se dejó engañar, buscando el paraíso
en
solares sembrados de licores de vida,
muertos...
Nadie
le dio cobijo...
ni
su madre...
que
la olvidó en la amnesia de la nada
y
siguió con su vida.
Y
las voces sonaban cada vez más cercanas
y
ella las creía.
Eran
su única compañía.
Ya
no tenía ropa.
Se
cubría con delirios de historias infundidas
que
le hacían sentir las noches más cálidas.
Luego...
el frío de la cordura la encogía.
Amanecía
sola y el cielo se mofaba, se reía.
Nadie
le dio cobijo...
ni
su padre...
que
la olvidó en la amnesia de la nada
y
siguió con su vida.
Y
un día...
reclamaron
dinero por su muerte.
¡De
repente existía!
¿Alguna
vez sintieron que había estado viva?
Gloria Mateo Grima
Gloria Mateo Grima