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Gloria Mateo Grima





domingo, 14 de octubre de 2012

Violencia de u hombre y una mujer bajo el mismo techo




Como todos los días, él preparó la comida. No, no cocinaba ella. Simplemente se ocupaba de comprar lo que su marido le dejaba indicado en una nota. Palabras mudas... 


Y como todos los días, también le puso el plato en la mesa a su mujer. Luego se dirigió hacia su habitación. Allí, en el santuario individual, comía, veía la tele con la compañía de sí mismo. 


Dormían en habitaciones separadas. Hacían la vida en lugares distintos de la casa. Mascullaban entre dientes y a media voz frases del uno hacia el otro. Luego... el vacío.

El escenario: un piso compartido por dos personas partidas y perdidas en un laberinto de rencores. Teatro en varios actos. La función continuaba las 24 horas. Ni siquiera la noche daba respiro entre las turbulencias de los desvelos. Llanto, dolor, rabia, desamor...


Cualquiera que los conociera en su entorno contaría que la mujer se mostraba continuamente alterada. Que sus gestos delataban desequilibrio emocional, que hasta en el vestir era desaliñada. Parecía que todo le daba igual. En definitiva, dirían que era el tipo de mujer con la que no se podría vivir sin padecer un infierno. La antítesis de lo que un hombre puede desear como pareja.

El marido, por el contrario, desprendía serenidad y dominio de sí mismo. Siempre elegante, trajeado. Cordial y agradable con todo el mundo. Nunca levantaba la voz y siempre atento a su esposa, con la sonrisa encasquillada en los labios. Matrimonio bien avenido. Simpáticos. Sin problemas evidentes.

Eso en la calle.



Pero dentro del piso de ambos reinaba el silencio más absoluto: días, meses sin dirigirse la palabra. Cuerpos que compartían un techo,almas heladas por el frío del desamor. Juegos solitarios dentro de una caja de música disonante. 


Y la vida o la no vida continuaba en la celda de una colmena de pisos...

Las emociones sujetas a tensiones extremas suelen jugar malas pasadas. El Cortisol bailando desenfrenadamente por la sangre de los cuerpos suele avisar de cómo va a ser el futuro. 

Nada prometía, nada o, mejor dicho, sí, pero...qué... 


Amaneció. Como siempre, se anunciaba tormenta. 

Se cruzaron por el pasillo. No se miraron. 
Ella levantó la vista hacia la pared. Sus ojos tropezaron con varios folios pegados con papel con cinta  adhesiva. Aparecían espaciados con una distancia armónica. Simétricamente colocados  ¿Buscaba un acercamiento en la relación en las intenciones al ponerlos?  No, claro que no. En ellos, unas letras escritas claramente y con trazo firme y duro decían: "nunca llegarás a nada", "has nacido imbécil y así morirás", "no sirves ni para que un hombre tenga sexo contigo", "eres una mierda de mujer"...

El autor de tales mensajes era su marido. 


No pudo más. Se dirigió hacia él y le preguntó el porqué de todo aquéllo. Como siempre, no hubo contestación, salvo el silencio. 
Más de lo mismo... 
Ya no pudo más. Le siguió en su camino al cuarto de baño. Volvió a pedirle explicaciones, esta vez, llorando y levantando la voz. De nuevo, silencio. 
No pudo aguantar. Se quitó una de sus zapatillas,  y agarrándole por el hombro comenzó a golpearle con ensañamiento en la cabeza.

Una herida con sangre asomó enseguida entre el pelo del hombre. Él la miró con odio, pero no dijo absolutamente nada. Sus labios siguieron sellados y sus puños cerrados, conteniendo la furia.


La policía la fue a detener por agresión física. Quiso explicarse y enseñarles los folios pegados en la pared, pero ya habían desaparecido. 
Orden judicial de alejamiento hacia ella. Cumplimiento. 

Tras el vencimiento de la lejanía, en estos momentos, todavía siguen viviendo bajo el mismo techo... 
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AUNQUE PAREZCA MENTIRA, ESTOS CASOS SE SIGUEN DANDO HOY,
ESTA VEZ HA SIDO LA MUJER LA QUE EJERCIÓ LA VIOLENCIA FÍSICA Y EL HOMBRE LA PSICOLÓGICA. LAS ESTADÍSTICAS NOS MUESTRAN POR LO GENERAL QUE SUELE OCURRIR LO CONTRARIO.
LA VIOLENCIA LLEVA IMPLÍCITA LA SEMILLA DE LA MUERTE. 
A VECES NO SABEMOS PONER UN PUNTO Y FINAL EN UNA RELACIÓN. 
POR DESGRACIA, TAMBIÉN LOS HIJOS SON LAS VÍCTIMAS DEL DESAMOR DE LOS PADRES. LA VENGANZA NO TIENE LÍMITES.
SOMOS ASÍ DE ESTÚPIDOS.


¡NO A LA VIOLENCIA A LA MUJER!  
¡NO A LA VIOLENCIA HACIA LA PAREJA!
¡NO A LA VIOLENCIA HACIA LOS HIJOS! 
¡NO A CUALQUIER TIPO DE VIOLENCIA!